Introducción breve al colonialismo
Antes de estudiar la descolonización, necesitamos entender qué fue el colonialismo.
El colonialismo fue un sistema de dominación en el que las potencias europeas ocuparon territorios en África, Asia y América Latina para explotar sus recursos y controlar a sus poblaciones.
Aunque algunos grupos locales se beneficiaron al colaborar con los colonizadores, las grandes masas de personas colonizadas vivían empobrecidas, excluidas y sometidas a una fuerte desigualdad.
Además del control económico y político, el colonialismo se sostenía con ideas que presentaban al colonizado como inferior, justificando así la dominación.
Hoy vamos a trabajar dos textos:
Frantz Fanon, que muestra cómo se vivía esa desigualdad en lo cotidiano.
Albert Memmi, que analiza cómo el discurso del colonizador justifica su poder.
Ambos nos ayudan a entender por qué surgieron luchas por la independencia
La ciudad donde vive el colono (el europeo) es una ciudad fuerte, construida con piedra y hierro. Tiene calles limpias, asfalto, iluminación y sus tachos de basura están llenos de cosas que otros ni siquiera pueden imaginar. Sus habitantes caminan tranquilos, con zapatos buenos, por veredas limpias.
Esa ciudad está llena de cosas ricas. Es una ciudad de personas blancas, extranjeras, con todo lo que necesitan para vivir bien. Es cómoda y segura.
En cambio, la ciudad del colonizado (el africano) es muy diferente. Es pobre, sucia, peligrosa. Allí vive gente que no tiene casi nada, en barrios mal vistos, sin servicios básicos. Se nace y se muere en cualquier lugar. Las personas están apretadas, en casas muy pequeñas, con mucha violencia a su alrededor.
La ciudad del colonizado sufre hambre, falta de agua, de luz, de pan, de zapatos. Es una ciudad triste, una ciudad "agachada", como si estuviera siempre en posición de inferioridad. El colonizado mira la ciudad del colono con deseo. Pero no quiere solo lo que tiene el colono: quiere recuperar su dignidad y su libertad.
El colonizador necesita justificarse a sí mismo. No le alcanza con tener el poder y los beneficios: también quiere convencerse de que su dominio es justo.
Para lograrlo, inventa una imagen del colonizado que lo haga parecer inferior. Dice que el colonizado es perezoso, que no trabaja bien, que no tiene cultura, que es violento o incapaz. Con esas ideas, el colonizador se siente con derecho a pagarle mal, a mandarlo, a limitarle la educación y la salud.
Pero estas ideas no son reales: no se basan en hechos, sino en prejuicios. El colonizador solo ve lo que confirma su visión negativa, y no reconoce el valor del colonizado como persona. Además, muchas de las cosas malas que le atribuye al colonizado en realidad son consecuencias del mismo sistema colonial.
Aunque diga que el colonizado es débil, también lo trata como una amenaza que debe controlar. Aunque lo acusa de no producir, depende de él para trabajar. Estas contradicciones muestran que el problema no está en el colonizado, sino en el sistema injusto del colonialismo.
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