Consecuencias económicas de la SGM

La Segunda Guerra Mundial provocó una destrucción material sin precedentes en Europa, donde ciudades como Rotterdam, Dresde y Berlín quedaron reducidas a escombros, junto con puertos, industrias y tierras de cultivo. Más del 50% de los edificios en muchas zonas eran inhabitables, y millones de personas enfrentaron hambre y frío durante los inviernos. En Asia, aunque las bombas atómicas arrasaron Hiroshima y Nagasaki, y otras ciudades sufrieron graves daños, el impacto no fue uniforme en todo el continente. En África, pese a batallas clave en el norte (El Alamein, Túnez) y el este, la devastación no alcanzó la escala europea. Globalmente, la guerra dejó 20 millones de toneladas de barcos hundidos y 3 millones de edificios destruidos.

Ruinas de la ciudad de Hiroshima tras el lanzamiento de la bomba atómica, agosto de 1945, Japón.





















Las economías de los países afectados colapsaron, con hiperinflación, desempleo y escasez de alimentos. Estados Unidos, en cambio, emergió como gran vencedor: su territorio intacto y su producción industrial (el 50% del total mundial en 1945) le permitieron dominar la economía global. Para consolidar su poder, creó instituciones como el FMI y el Banco Mundial (1944) e impulsó el Plan Marshall para reconstruir Europa bajo su influencia. En Japón, optó por una ocupación directa para reorientar su economía.  

Así, la posguerra marcó el declive de Europa y el ascenso de un nuevo orden liderado por EE.UU., que redefinió las reglas económicas y políticas internacionales.  

Detroit, años 1950. Mientras en Europa y Japón las ciudades quedaban en ruinas, las avenidas estadounidenses mostraban vitalidad y prosperidad. Esta imagen refleja cómo EEUU experimentó un auge económico e industrial durante y después de la guerra mundial.



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