La división de Alemania y el muro de Berlín
¿Por qué creen que una ciudad puede dividirse con un muro?
La Guerra Fría no solo marcó las relaciones entre las grandes potencias, sino que también impactó profundamente en la política interna y externa de los países de todo el mundo. Un caso emblemático de esta influencia fue la división de Alemania en dos Estados.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, las cuatro principales potencias aliadas —Estados Unidos, Reino Unido, Francia y la Unión Soviética— ocuparon Alemania. De forma conjunta, implementaron varias medidas: prohibieron el partido nazi, encarcelaron a sus dirigentes y llevaron a cabo los juicios de Núremberg, donde se condenó a los responsables de crímenes de guerra y delitos contra la humanidad.
Sin embargo, pronto surgieron tensiones entre los aliados occidentales y la Unión Soviética. Estas diferencias llevaron, en 1949, a la creación de dos Estados alemanes: la República Federal de Alemania (RFA), vinculada al bloque occidental capitalista, y la República Democrática Alemana (RDA), integrada al bloque socialista liderado por la URSS.
La antigua capital, Berlín, también quedó dividida. Su sector occidental quedó bajo la influencia de Estados Unidos, mientras que el sector oriental pasó a control soviético. Para frenar la fuga de ciudadanos hacia el oeste, en 1961 las autoridades de la RDA ordenaron la construcción de un muro de cemento y alambre de púas que separó abruptamente a la ciudad en dos.
El Muro de Berlín se mantuvo durante casi tres décadas, separando familias y amigos, hasta su caída en 1989, impulsada por la movilización popular y el proceso de apertura política en Europa del Este.
Berlín Oriental (RDA):
Economía planificada, dirigida por el Estado.
Restricciones a la libertad de expresión y censura.
Vigilancia estatal (Stasi).
Escasez de productos, fuerte control del gobierno sobre la vida cotidiana.
El muro visto desde Berlín Occidental:
La vida cotidiana a lo largo del muro de Berlín en 1985-86
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