Transformaciones en China después de 1978

Un nuevo actor en el contexto mundial: la República Popular China

Vivimos en un mundo muy cambiante. Algunos países que casi no eran considerados en el contexto mundial, se transformaron en estos últimos años en naciones muy poderosas. Es el caso de la República Popular China. 

Cuando Mao murió en 1976, China era un país fundamentalmente rural y con atraso tecnológico. Hoy el “gigante asiático” –como se lo denomina– es una de las potencias económicas y militares más importantes del mundo que está logrando poner en discusión la hegemonía de los Estados Unidos, máxima potencia de la era capitalista.

La avenida Chang An en Beijing repleta de bicicletas (1978)

Las políticas neoliberales y la globalización capitalista contribuyeron al traslado de muchas industrias a países llamados emergentes, que tenían mano de obra abundante y barata. Esta circunstancia enriqueció momentáneamente a algunos países, como Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong, Singapur, Tailandia, Malasia e Indonesia, los también llamados tigres asiáticos. De pronto, se establecieron en su territorio muchas industrias, y aumentaron la producción y las exportaciones. Pero no eran sus poblaciones ni sus estados quienes se enriquecían, sino las grandes empresas multinacionales que se instalaban allí sólo mientras les conviniera. Si los gobiernos querían ponerles condiciones o si pretendían cobrarles más impuestos, se trasladaban con sus fábricas, maquinarias y capitales a otros países. 

Deng Xiaoping, el nuevo líder de China luego de la muerte de Mao, estaba convencido de que su país necesitaba reformas en la organización de la producción y en la tecnología. Decidió, entonces, aprovechar la necesidad de las empresas occidentales pero les impuso importantes restricciones: se les garantizaban grandes ganancias, pero, a cambio, toda empresa que se instalara en su territorio debía pertenecer en su mayoría al Estado chino. De esta manera, el Estado siguió concentrando y dirigiendo de modo planificado la marcha de la economía. 

Así organizadas las cosas, el Estado chino estimuló las inversiones en infraestructura –especialmente en la provisión de energía– y en la producción de manufacturas livianas como textiles, juguetes, artículos de deportes, etcétera. Contaba con abundante mano de obra muy barata que se vio incrementada cuando muchos trabajadores del campo debieron emigrar hacia las ciudades. Hay que considerar que China era, y lo sigue siendo, el país más poblado del planeta. En 1980, tenía cerca de 1.000 millones de habitantes, hoy supera los 1.300 millones. 

La producción industrial estaba destinada a la exportación. La mano de obra barata, sumada a los adelantos tecnológicos que provenían de las compañías extranjeras, le permitió a China producir y vender productos a menor precio que otros países. Como consecuencia, muchas fábricas en Estados Unidos y en Europa tuvieron que cerrar sus puertas –con la consiguiente pérdida de los puestos de trabajo– porque no podían competir con los productos chinos. 

A pesar del crecimiento económico, los trabajadores, en China, no mejoraron su situación; por el contrario, la empeoraron. Además de perder muchas ventajas laborales conseguidas en la época de Mao, como la estabilidad laboral, un salario mínimo o la vivienda, su jornada de trabajo se extendió y viven amenazados por la posibilidad de ser reemplazados por otro trabajador que acepte peores condiciones laborales. El Estado chino ejerce un férreo control sobre la población. No existen huelgas ni organización sindical. El sistema político casi no fue reformado desde los tiempos de Mao.

Justamente, este sistema se transformó en el centro del reclamo de muchos jóvenes universitarios, así como de sus profesores y de muchos intelectuales. Descontentos con los controles políticos y sociales que ejercía el Partido Comunista de China, comenzaron a solicitar que se introdujeran reformas como lo había hecho Mijaíl Gorbachov en la Unión Soviética. En las protestas, también participaron obreros, disconformes con su situación laboral. 

El 4 de mayo de 1989, aproximadamente 100.000 estudiantes y obreros marcharon en Beijing pidiendo libertad de expresión y el diálogo con representantes del gobierno. Como no fueron escuchados, se concentraron en la Plaza Tiananmen e iniciaron una huelga de hambre. En la noche del 4 de junio, el Ejército los reprimió brutalmente. Miles de jóvenes fueron muertos o heridos. Deng fue uno de los responsables de la matanza

       Un manifestante detiene temporalmente el avance de una columna de tanques el 5 de junio de 1989 en Beijing, en lo que se considera una de las imágenes más icónicas del siglo XX.



Después de varios años de reformas 

No sólo el sistema político estaba cerrado a las reformas, el gobierno chino pretendía que, más allá de la apertura económica, China mantuviera sus pautas culturales sin interferencia del discurso de Occidente. Por ejemplo, impulsó una campaña contra el cabello largo en los hombres, el maquillaje y tacones altos en las mujeres y la nueva costumbre de asistir a lugares bailables. Y por eso el gobierno controla el acceso a Internet y bloquea los contenidos de los sitios web.  

Sin embargo, en este aspecto, el gobierno no tuvo éxito. Hoy, gran parte de la sociedad china, especialmente los jóvenes, han adquirido muchas pautas de consumo occidentales, como la vestimenta o el gusto por las hamburguesas de McDonald’s. 

La sociedad china también cambió, se hizo más heterogénea y desigual. Surgió un sector social con vinculaciones con el gobierno que se enriqueció extraordinariamente con las reformas económicas. La mayoría de la población urbana, si bien con diferencias, mejoró su nivel de vida y pudo acceder a muchos de los bienes de consumo que antes sólo se destinaban a la exportación. El mercado chino se ha convertido en un mercado atractivo por su nivel de consumo.

Las transformaciones sociales y culturales señaladas están vinculadas con los cambios en el proceso de industrialización. No sólo se amplió la producción de manufacturas livianas, también se instalaron nuevas industrias estratégicas como la metalmecánica, la electrónica y la automotriz.

En política internacional, en los últimos años, China buscó fortalecer su posición en el contexto mundial a través de distintas estrategias. Entre ellas, pueden citarse: la búsqueda de alianzas políticas y económicas con países en desarrollo que no estuvieran dominados por los intereses de Estados Unidos, como por ejemplo, con los países que integran los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica); la inversión de capitales chinos en los países proveedores de recursos naturales, y el aprovechamiento de su lugar privilegiado en el Consejo de Seguridad de la ONU y en la Organización Mundial del Comercio.

Como resultado de las reformas iniciadas por Deng Xiaoping a fines de los años 70, y continuada luego por sus sucesores, China tiene hoy una economía renovada, en muchos aspectos parecida a la de cualquier país capitalista, aunque con un crecimiento mayor que el de muchos de ellos. Su sociedad y su cultura están comenzando a transformarse. Pero, como ya lo señaláramos, el sistema político se mantiene inalterable, no hay libertad de expresión ni de organización y los derechos políticos están limitados. 

Tomado de: Historia mundial contemporánea. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Ministerio de Educación de la Nación, 2015


CUESTIONARIO 

1. ¿Qué cambios se produjeron en la economía mundial en la década de 1970?

2. ¿Cómo aprovechó China esos cambios que se estaban produciendo en el mundo capitalista?

3. ¿Cuál era la situación de los trabajadores chinos?

4. ¿Qué fueron las protestas de Tiananmen?

5. ¿Qué cambios sociales y culturales se produjeron?


Beijing

Shangai






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