Los campos de concentración y de exterminio del nazismo

A partir de 1933 comenzaron a construirse en Alemania campos de concentración para internar a quienes se planteaban contra el régimen nazi: socialistas, comunistas, sindicalistas, demócratas, gitanos y homosexuales, entre otros. En 1938, después de aprobadas las leyes antisemitas de Nuremberg, se comenzó a deportar a estos campos también a los judíos. En un comienzo, los deportados eran alemanes, pero cuando se inició la expansión a Europa, estos provenían de todos los países invadidos.

Eran campos disciplinarios y de trabajo, donde los deportados se convirtieron en mano de obra esclava que trabajaba largas y extenuantes jornadas cada día. Cuando se enfermaban eran dados de baja. Algunos de estos campos eran también campos de exterminio, destinados al asesinato masivo de resistentes y, especialmente, de judíos. El más grande y donde murieron más personas fue Auschwitz-Birkenau, situado cerca de la ciudad de Cracovia en Polonia.

A los campos se accedía por tren, en vagones de carga, en un viaje que, por lo general, duraba varios días. Al llegar el tren a destino, niños, ancianos y enfermos eran pasados directamente a las cámaras de gas, puesto que no eran útiles para los trabajos forzados. Cada deportado debía llevar un distintivo cosido sobre su uniforme a rayas, el cual daba cuenta del origen de su internamiento: judío, criminal común, prisionero político, apátrida, testigo de Jehová, homosexual, gitano, asocial).

Tomado de: Gonzalo Álvarez y Macarena Barahona, “Historia y Ciencias Sociales”, Santiago de Chile.

Recorridos por el Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau en Polonia:





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