El bloqueo israelí a Gaza

«Ni electricidad, ni alimentos, ni combustible”. El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, ha anunciado el cerco completo de la Franja de Gaza en represalia al brutal ataque de Hamás. El mensaje es un reconocimiento explicito de que se va a cometer un crimen de guerra contra Palestina, pero dista mucho de suponer un giro de guion en la situación que vive el territorio. Al contrario: Israel lleva bloqueando por tierra, mar y aire la Franja durante los últimos 16 años, desde que Hamás tomó el control del territorio en 2007.

Ese aislamiento ha degradado las condiciones de vida de los más de dos millones de palestinos que viven en los cerca de 360 kilómetros cuadrados de Gaza hasta tal punto que la ONU ha declarado la zona «inhabitable». La densidad de población alcanza los 5.500 habitantes/km2, una de las concentraciones más altas del mundo y que obliga a su población a depender del exterior para alimentarse, beber agua o encender la luz.

Con el acceso de mercancías restringido por la autoridades israelíes, los gazatíes —el 40% menores— apenas pueden cubrir sus necesidades más básicas. Los datos así lo demuestran: el 81% vive bajo el umbral de pobreza, el 47% está desempleada y el 41% sufre inseguridad alimentaria grave. Por si fuera poco, el 97% del agua dulce en la Franja de Gaza no es apta para el consumo humano y los cortes de luz son tan frecuentes que los hogares solo disponen de entre dos y cuatro horas de electricidad diarias.

Los palestinos de Gaza tampoco pueden buscar ayuda en el exterior, ni siquiera médica. La militarización de la frontera y sobre todo el cierre de los contados pasos fronterizos lo impiden. Hasta este mes de octubre, cuatro de los seis cruces entre Palestina e Israel estaban inoperativos. Y de los restantes, el de Erez requería de un permiso de salida reservado prácticamente para los cerca de 19.000 trabajadores palestinos empleados en la construcción y la agricultura israelíes y el de Kerem Shalom solo admitía un flujo muy limitado de mercancías.

Del lado egipcio, el solitario cruce de Rafah ha funcionado históricamente de forma intermitente —desde 2006 ha estado cerrado prácticamente la mitad de los días— y en los últimos días ha sido objeto de dos ataques con misiles desde Israel. Egipto ya ha avisado además de que impedirá un «éxodo masivo» de palestinos a través de su frontera, uno de los posibles objetivos de la nueva ofensiva de Tel Aviv. Ello, unido a la clausura de los tres únicos pasos israelíes abiertos hasta ahora, reduce las opciones de huida de los gazatíes a la red informal de túneles que se han excavado en sus límites en estos últimos años.

Y eso dando por hecho que la población local quiera buscar una nueva escapatoria tras décadas de políticas de expulsión y abandono promovidas por Israel: el 71% de la población de la Franja de Gaza son refugiados o descendientes de desplazados, a los cuales la ONU les reconoce su derecho a regresar a las tierras de las que fueron expulsados desde 1948.

Además del bloqueo, los palestinos han sufrido cuatro guerras con Israel —en 2008-2009, 2012, 2014 y 2021— que han causado miles de bajas entre su población —11.652 desde la Primera Intifada de 1987 hasta septiembre de este año, frente a 1.766 israelíes— y grandes desperfectos en su infraestructura. La única central eléctrica del territorio funciona a medio gas desde que fuera bombardeada en 2014 y el único aeropuerto es una montaña de escombros tras recibir varios ataques, el primero en 2001. La quinta guerra amenaza ahora con ser la más destructiva.

Por Álvaro Merino
10 octubre, 2023
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