Los años treinta estuvieron marcados en Europa por la aparición de los totalitarismos. La Italia fascista había planteado un modelo que, con variantes, se desarrolló más tarde en la Alemania nazi, la España franquista y otros países centroeuropeos. En Asia, el Japón militarista se sumó al conjunto de Estados totalitarios. Las características de los Estados totalitarios Más allá de matices, los regímenes totalitarios aparecidos o consolidados en esta década tuvieron rasgos en común que los definen como categoría. Un Estado totalitario es más que una dictadura, aunque comparte muchas de sus características; por ejemplo, la anulación de las libertades públicas, de la Constitución y de las instituciones democráticas. Como en una dictadura, también se persigue a la oposición y se censura a la prensa. Pero además de eso, el Estado totalitario pretende controlar la vida pública y gran parte de la vida privada. Para ello, establece organizaciones que encuadran y movilizan a los ciudadanos.
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