La crisis del Estado de Bienestar

A fines de la década de los ´70, las economías europeas y de otros países que habían aplicado las teorías del Estado de bienestar, comenzaron a experimentar una serie de problemas: inflación, aumento del desempleo, disminución de los gastos fiscales e incremento en los costos de producción, especialmente los relacionados con la energía, debido al alza de precios al petróleo impuesta por la OPEP. Ante esta situación, grupos de opinión y amplios sectores políticos, influenciados por las ideas neoliberales que comenzaban a difundirse, señalaron a las políticas sociales y redistributivas del Estado de bienestar como principales causantes de la crisis y el estancamiento económico.

La crisis fue provocada por diversos factores inherentes a la dinámica de desarrollo del capitalismo, pero sin duda, afectó el desenvolvimiento del Estado de bienestar o Estado social y puso de manifiesto sus principales debilidades.

En muchos países existía un considerable déficit presupuestario, acompañado de una importante deuda pública o estatal, situación que se agravó con la crisis. Por otro lado, el crecimiento demográfico y el aumento de la esperanza de vida, produjeron incrementos significativos en las prestaciones sociales, especialmente en las jubilaciones y previsión social de la población de 3ª edad, lo cual llevó a un mayor gasto estatal.

En este contexto, a partir de los años 80, con el triunfo de las posturas neoliberales en lo económico y de la llegada al gobierno de representantes de esta tendencia en los principales países del mundo, se puso en marcha, en gran parte de los países de Occidente, una serie de planes de ajuste y recortes presupuestarios en áreas como salud y seguridad social.

Las consecuencias no se hicieron esperar demasiado. Aumento de la desocupación, despidos producidos por el propio Estado y por las empresas privadas, brusca disminución de las ventas debido a la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores, suspensión o cierre definitivo de servicios que cumplían funciones sociales (vivienda, educación, salud, etc.). En resumen, pérdida de beneficios sociales y laborales para la mayoría de la población.

Aún así, algunos países fueron capaces de resistir las presiones políticas y económicas y modernizaron sus sistemas de bienestar social, para hacerlos más efectivos y eficientes, a través de un equilibrio adecuado entre gasto público y desarrollo social. Fue el caso de los países del norte de Europa: Suecia, Noruega y Finlandia.

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